Todo empieza en un funeral.
Shaitan Kumar y su esposa Asha ofrenden rezos al dios Shiva.
Ambos tienen los cuerpos laxos, el juicio embotado y los ojos ajados y secos tras dos largos días de interminables lloros, de desvelos nocturnos, de gritar al viento del desierto: ¿Por qué? ¿Por qué nos has arrebatado a nuestra hija? Abren las manos y las elevan al cielo naranja que en ese momento de la tarde ya amarillea en las llanuras del Rajasthan, al mismo tiempo que tambalean sus pies, y todo su cuerpo, hacia delante y atrás en un ritual ancestral transmitido de generación en generación.
Shaitan Kumar y su esposa Asha ofrenden rezos al dios Shiva.
Ambos tienen los cuerpos laxos, el juicio embotado y los ojos ajados y secos tras dos largos días de interminables lloros, de desvelos nocturnos, de gritar al viento del desierto: ¿Por qué? ¿Por qué nos has arrebatado a nuestra hija? Abren las manos y las elevan al cielo naranja que en ese momento de la tarde ya amarillea en las llanuras del Rajasthan, al mismo tiempo que tambalean sus pies, y todo su cuerpo, hacia delante y atrás en un ritual ancestral transmitido de generación en generación.