Sombras y luces


Mi primer artículo de este blog quiero dedicarlo a las sombras y luces que planean sobre los premios literarios. ¿Justos? ¿Merecidos? ¿Tongo? ¿Manipulados? ¿Para qué sirven? ¿Soy mejor escritor si he ganado un premio literario? Y si no lo gano, ¿soy peor?... Muchas preguntas, y decenas de respuestas, todas más o menos acertadas (o erradas, según se miren). Lo cierto es, que todos tenemos una opinión  sobre los premios literarios, y ahí va la mía:




Yo tuve la suerte (¿o no?) de ganar un premio literario con uno de los primeros relatos que escribí: "Juro que jamás volveré" (tenéis una entrada del relato en la Sección: Relatos). Un premio modesto, local, convocado por la asociación cultural "La aventura de escribir", en Nerja.  En el certamen de relatos participaron un total de 22 aspirantes, y os podéis imaginar mi alegría cuando la portavoz del jurado leyó mi nombre. Como os decía, era uno de los primeros relatos que escribía en mi vida, y casi dos meses después, ¡fue premiado como el mejor! Me subió el Ego, hizo que durante un día me creyese el mismísimo Hemingway. A ello, le sumo las numerosas felicitaciones de los familiares y amigos, todos ellos encantados con el relato, todos entusiasmados, todos superilusionados ¿Cuántos de los que escribís habéis escuchado la frase?: No te lo digo porque seas mi amigo/hermano/hijo, pero es que es buenísimo, tienes mucho talento. Seguro que todos vosotros lo habéis oído, y es lo más normal del mundo, porque lo lógico es que tus familiares y amigos, los que te quieren y aprecian, por mucho que quieran ser objetivos, están predispuestos hacia el halago, desean animarte, empujarte para que busques y anheles sueños. No quieren hundirte, ni mucho menos fastidiarte ese momento tan bonito que estás viviendo en ese momento. Por eso, las críticas, si las hay, se solapan, o se difuminan en un mar de elogios. Y claro, llegas un momento en el que te caes, porque por más que lo anheles, no eres Hemingway, ni Moravia, ni Pearl S. Buck. Yo me di de bruces en el año 2012, de frente, sin asideros, contra el duro suelo.
Como os digo, acababa de ganar el Certamen literario convocado por "la aventura de escribir" y me lancé a escribir otras historias que lógicamente envié a varios certámenes literarios nacionales. Nervioso aguardaba la fecha del fallo, confiado y seguro de un nuevo premio. Los correspondientes fallos llegaban y mi nombre no salía premiado, ni siquiera mencionado. ¡Está manipulado!, pensaba. Enrabietado, buscaba anhelante el relato ganador, quería leerlo, comprobar con mis propios ojos que era un relato mejor que el mío. La gran mayoría de las ocasiones no lo encontraba, pero algunas veces sí, cuando algún autor lo publicaba en su propio blog (como hago yo), o la propia organización lo editaba en su web. Y claro, cuando lo leía, ¡Qué casualidad que siempre era peor que el mío! "Vaya tongazo", "ya no participo más en este certamen", me decía furibundo; Y cuando ya encontraba alguna falta de ortografía importante, ya es que simplemente me subía por las paredes. Y sin reconocer mis limitaciones, o mi falta total de conocimiento, seguí enviando relatos a certámenes en la convicción de que eran los mejores. Y lógicamente, seguí cosechando palo, tras palo. Inconscientemente comencé a leer con más objetividad, y mi discurso interior iba poco a poco cambiando: "este relato sí está muy bien", "normal que este si haya ganado", "uff, este es bueno". Poco a poco, mi discurso mutó, y del no tienen ni idea, cambié a depende del criterio del jurado. Y luego, al joder qué bien escribe la gente. Y cuando conseguí centrarme en escribir en un buen relato y olvidarme de los premios, en corregirlo hasta intentar conseguir que no se escapara ni un acento, revisarlo una y otra vez, suprimir párrafos innecesarios, centrarme en la historia, construir un buen personaje, una buena trama, cerrarlo con un buen final, por fin, los premios y reconocimientos comenzaron nuevamente a llegar.
Y es cierto, depende siempre del criterio del jurado, y no solo del jurado también de los criterios que se delimiten antes de fallar, e incluso de los relatos con los que compiten.  Lo sé por propia experiencia un relato que se presenta a un certamen quizá no tiene ningún reconocimiento, y sin embargo, en otro certamen se erige ganador. ¿Como es posible que películas como "Las uvas de la ira", "La carta" o "El gran dictador" no ganasen el Oscar a la mejor película? Porque simplemente compitieron el mismo año, el año que ganó "Rebeca". Probablemente cualquier otro año, hubiesen ganado sin oposición. Pues en los certámenes literarios pasa más o menos igual (al menos, eso creo).
No voy a negar que existen "pucherazos y tongazos", deliberaciones secretas donde se abren las plicas o  señales y marcas a los jurados. Existen, seamos sinceros, muchos certámenes que desprenden desde kilómetros de distancia un tufillo a "apaños" que echa "pa atrás". Yo personalmente, tengo una mini lista negra de certámenes a los que nunca he enviado un relato, no sé, no me fío. Dicho todo lo cual, creo justo decir que, en mi humilde opinión, el 90% de los certámenes literarios que se celebran en España, son limpios y honrados. Ayuntamientos y asociaciones culturales que en un intento por promover la cultura organizan este tipo de eventos, casi siempre de forma altruista y sin esperar ninguna contraprestación de los participantes, nada más que su presencia en los actos finales.
Después de casi cuatro años (desde que empecé a escribir), he conseguido ganar muchos premios (incluyo segundos, terceros y finalistas), y no sé si seré mejor o peor escritor, no sé si me servirán de algo o no, pero que más da, reconozcámoslo, cuando ves tu nombre publicado en el fallo, es un subidón de alegría. Y por un solo día, te crees el mismísimo Hemingway.

2 comentarios:

  1. No te tenía por tan vanidoso.
    Siempre he pensado que se escribe para uno mismo o para un lector, no para un jurado.

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    1. Estimado seguidor. En primer lugar, permítame darle las gracias por seguir mi blog y leer "mis cosillas". Efectivamente tiene usted razón, y uno debe escribir para uno mismo y para sus lectores, sin esperar críticas o premios. No obstante, dicho lo cual, no encuentro nada incompatible dicho extremo con presentarse a un certamen literario. De hecho, en el mismo artículo, digo que tuve éxitos en el certamen cuando me centré en escribir un buen relato, olvidándome de los jurados. Le ánimo a seguir leyendo y comentando mis artículos. Un saludo

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